miércoles, 22 de enero de 2014

Pérdidas de peso milagrosas.

Como hace demasiado que no actualizo y estoy hasta las narices de otras cosas, voy a ver si me desahogo un poco con el blog.

Hace tiempo que apunté esta entrada por varios motivos. El primero, porque en Facebook no dejan de bombardearme con páginas que tienen unos programas de putísima madre que todos los médicos “odian” -hay que ver cómo sois los médicos con odiar todo lo milagroso-. El segundo, porque esto me llevó a una página en la que una entrenadora Australiana demostraba su “antes y después” con dos fotos. Y tercero, porque en mi familia no se ha dejado de hablar durante todas las navidades de dietas, ejercicio y mierdas varias -y me callo el comentario, porque podría ser hiriente, y les quiero-.

Finalmente, tras comprarme una báscula, darme cuenta -una vez más- de mi auto-tortura con el peso, y varias cosas de Twitter juntas, he decidido ponerme a escribir.

Empezaré por lo que me hizo poner este título en “cosas que tienes que escribir en el blog”: aquellas fotos de la entrenadora.
Concretamente, me refiero a este enlace. A grandes rasgos, viene a decir que las dietas milagro, las pastillas adelgazantes y todas estas cosas, son una soberana estupidez. Y lo demuestra fácilmente con estas fotos, tomadas antes y después de su propio método:


Para quien no entienda inglés -o no quiera entrar al enlace-, las fotos tienen una diferencia de tiempo de 15 minutos. ¿Milagro? No. Una ropa más adecuada, cambias la postura, te peinas, sonríes, y ala, “dieta milagro” superada.

Como veis, todo un “engaño” para la vista, que hacen que pobres mujeres inseguras por su cuerpo se dediquen a seguir métodos que no las van a llevar a buen puerto.

Seguidamente, voy a tratar otro punto. Esos anuncios. Esas fotos del antes y el después. ¿Habéis visto la foto de esta chica? ¿Os parece gorda la de la izquierda? Si vuestra respuesta es “sí”, tenéis un problema.

Y, antes de seguir, hago un pequeño inciso:
Estar gorda no tiene nada de malo. Es un hecho y punto. Hay gente gorda, gente delgada, y gente “normal”. Depende de tu percepción dirás que alguien está gorda, delgada o normal.
No hay un punto, unos kilos, una talla, en la que todo el mundo coincida. Es evidente que una talla 36 es delgada, y que una 52 es gorda, pero no es un insulto ni una cosa, ni lo otro. Ni todas las de la 36 son anoréxicas ni todas las de la 52 tienen un problema de salud, aunque estas cosas es otro tema que creo que trataré en otra entrada dentro de poco.

Siguiendo con el texto, que tenéis un problema, os dije. Esta chica es entrenadora personal. Hace deporte, probablemente coma bien y, no sé en qué talla estará, pero dentro de su peso, seguro. Y no, no está gorda. Pero muchos de estos anuncios hacen que las chicas se vean enormes, inmensas, si no tienen la figura palillo que aparecen en la mayoría de los “después”. Y esto, queridos señores, no ocurre porque el mundo sea malo, porque nos auto-destruímos por la tendencia del Photoshop, o porque los diseñadores de moda están locos paseando a esqueletos por las pasarelas.
No, señores. Esto ocurre porque nosotros mismos, los que tenemos al lado, nos dedicamos a mirar el físico, y el físico, y el físico. Y llamamos gordas a las niñas desde pequeñitas. Y les damos cosas light de adolescentes. Y les dejamos pensar que sólo eres bella si eres delgadísima. Y nos reímos de ellas. Y hasta las chicas gordas se ríen de otras chicas gordas. Cuando, en realidad, ser gordo no tiene nada de malo. Es un estado, en el que estás si quieres, bajo tu decisión, y que puedes cambiar cuando te plazca, pero no por la opinión de otros, si no porque tú misma quieras hacerlo. Igual que te cambias el color del pelo o cualquier otra cosa, haces lo que quieras con tu cuerpo.

Por eso veo estúpido que la gente maldiga a los anuncios. Los malos siempre son la tele, las vallas publicitarias, anuncios de internet... Siempre las empresas, siempre quienes van a coger dinero. Cuando, realmente, esas empresas hacen lo que hacen porque la gran mayoría de mujeres se infectan unas a otras con el virus de “gorda = fea”.

Sé que esto no cambiará de un día para otro, es evidente. Que a las chicas les gusta estar delgadas y no quieren verse michelines porque los hemos hecho anti-estéticos. Pero os aseguro que, si algún día tengo una hija, no la educaré para que la palabra “gorda” le siente como un insulto, no contribuiré a eso. Espero que tenga la conciencia tranquila cuando coma, y que sepa que esos anuncios milagros son un engañabobos. Y que viva como quiera, y que marque lo que marque el peso, lo importante es que sea feliz, porque esos números no te dan la felicidad.

Y ya tengo una idea nueva para escribir. Hasta pronto.

Alegre, alegre, alegre.

La vida es solo un sueño.

4 comentarios:

  1. Yo ya lo conté también no hace mucho. "Gorda" es un estado físico. Si lo estás, lo estás y no debería sentarte mal que te lo dijeran. Y si no lo estás, es mentira, y no tiene sentido que te moleste que te lo digan. Es como si a mí me dicen "¡¡¡rubia!!!" y me ofendo...

    En cuanto a las dietas milagro, tienen un peligro...

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  2. Yo no estoy de acuerdo con la idea de que esa mentalidad es culpa nuestra.

    Si la idea de perfección que nos inculcan (los anuncios, las películas...) fuese que lo mejor es tener una 40, 44 o 50, ¿crees que en las pasarelas las modelos tendrían una 32 y las mujeres estarían obsesionadas con estar planas?

    Si en las portadas de revista las mujeres estuvieran sin depilar, con granos... ¿crees que las personas iríamos a centros de estética, buscaríamos cremas para nuestra piel?

    Es lo que nos venden. No sé cómo empezó la idea de que una 38 era la perfección, pero desde luego no creo que empezase mientras dos amigas se comían un helado una tarde de verano...

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    1. Igual no empezó así, pero que la perpetuamos todos los días, te lo aseguro. Desde la niña que se mete con su compañera por que no va depilada, hasta las mujeres para las que perder "esos tres kilitos" llega a hacerles llorar.

      El origen puede ser ajeno, pero lo mantenemos día tras día tras día. Y nos refugiamos en el "es culpa de las empresas de moda" para no cambiarlo.

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    2. Con la respuesta de la Buhonera no tengo más que añadir... Que no surgiera de "la gente de a pie" no significa que no lo perpetuemos... Y me parece absurdo que sean las empresas las que tengan que cambiar, porque cuando lo hacen, las acribillan (véase el ejemplo de Violeta by Mango).

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