viernes, 29 de noviembre de 2013

Cosas de argentinos. Introducción.

Lo primero, y me remito al primer post, es que voy a generalizar. Mucho. Bastante. Y a mi modo.
Lo segundo, es que “Cosas de argentinos” no me gusta demasiado como título pero no quería ponerle “Cosas que te pasan por salir con un argentino”, que era la idea principal, pero se me hace muy largo, y, como es mi blog, pongo lo que me da la gana.
Ahora que sabéis esto, continúo. 

El prototipo de argentino que todos -y sobretodo todas- tenemos en mente, es ese Rodolfo langostino que nos habla con un asento cautivador -recordando el capítulo de “Aquí no hay quien viva” donde Belén habla de su terapeuta de parejas-.
Pues bien, no se equivocan. Los argentinos hablan así, evidentemente, con ese deje que hace que a algunas se les caigan las bragas al suelo de forma instantánea.
También tenemos en mente los culebrones sudamericanos, y siempre se piensa que son amantes apasionados y luchadores hasta el fin -como en la muerte de El Duque, que muerto y rematado aún sigue disparándole al malo para salvar a su amada Catalina-.
Todo esto hace que, en nuestro país, los argentinos sean muy codiciados por las féminas, las cuales no miran más allá del prototipo que siempre nos han vendido con actores como Juan Martín Gravina, Michel Brown o Juan Alfonso Baptista -que es Venezolano, pero para que me entendáis... que me entendéis, vamos-.

Cosas de argentinos surge de mi día a día: vivir con un argentino.
Mi pareja, aunque lo niegue -y en su DNI ponga que es español-, es argentino. Su familia es argentina, mezclada con españoles, ingleses y algunas cosas más. Él, por tanto, ha sido educado y criado por argentinos, y se le nota. Por eso siempre le digo que lo es, cosa que él niega categóricamente, y dice no ser ni de un sitio ni de otro. Es una mezcla -y muy buena mezcla, por cierto-.

En el día a día con él -y con su familia-, me he dado cuenta de las diferencias que existen, y he querido plasmarlas en el blog.
Una de las entradas que tendré, seguro, será sobre el vocabulario. Hablamos español en ambos países, pero hay muchas diferencias, más allá del típico coño/concha que ya conocemos todos -perdón papá y mamá por si me leéis, pero es el ejemplo típico-. 
Creo que a la comida también le dedicaré otra entrada, quizá a los deportes también, y ya veré las cosas que van surgiendo con el tiempo.

Siempre estoy dispuesta a que me explotéis un poquito y me digáis temas de los que puedo hablar. Y, por supuesto, no soy experta en la materia, así que, si me equivoco en algo, comentadlo. No os cuesta nada y yo aprenderé también.


Alegre, alegre, alegre.
La vida es solo un sueño.

Bienvenidos.

A todos.

Mayores de edad, menores de edad, mayores de 65 años (que siguen siendo mayores de edad, pero van en otro grupo porque sí)... Bienvenidos.

Mis premisas son las mismas de siempre: voy a escribir lo que me venga en gana, no estoy aquí para agradar a nadie y, por supuesto, se admiten comentarios y debates. Incluso admito colaboraciones.

En este blog pretendo dar mi opinión sobre cosas de la vida, en general. Pueden ser noticias, música, grupos sociales... o una crítica gastronómica sobre el enorme kebab que me he comido hoy y hace que aún tenga el estómago lleno. Cualquier cosa tiene cabida. Y aviso de que alguna que otra vez generalizaré. Que no siempre es igual, pero sabemos que hay ciertos patrones que suelen repetirse.

Puede ser que me equivoque, que me mal interpretéis o que, simplemente, no estéis de acuerdo con lo que diga y, como no admitís dos visiones de algo, os cabreéis. No sé qué tipo de persona sois.
También os aviso de que, como persona que soy, evoluciono, y mi opinión puede variar en función de argumentos de otras personas o de un conocimiento adquirido posteriormente sobre el tema. Vete tú a saber.

Sin más dilación, doy por inaugurado mi nuevo blog. Sean bienvenidos.

P.D.: No sé con qué frecuencia actualizaré, así que no me tostéis la oreja.

Alegre, alegre, alegre.
La vida es sólo un sueño.