martes, 7 de abril de 2015

La Felicidad o vivir en Positivo.

Desde siempre he sido una persona negativa y pesimista. Si pasaba algo malo, todo iría a peor y, si pasaba algo bueno, seguro que aparecería algo que lo jodería. Siempre así. Muchos años de mi vida con ese pensamiento.

Hace no demasiado, una gran amiga -de esas en peligro de extinción- empezó a enseñarme otra forma de ver la vida. Al principio sólo me lo comentaba y yo lo veía curioso -como veo casi todo lo nuevo que me descubren- hasta que, a finales del año pasado, llegué a la conclusión de que era algo que necesitaba para vivir. Necesitaba un cambio en mi vida, y algo en el pecho me gritaba que parte de esa respuesta la tenía ella. Empecé con la meditación, y luego con otras técnicas dentro de la meditación en las que no me voy a meter -aunque me encantan y avanzo más cada día-. Lo más importante, ante todo, era la actitud. "Acepta y celebra todo lo que te pase, sea bueno o malo", "los cambios siempre son para mejor" y "nada ocurre por casualidad" fueron las tres premisas que se me han quedado grabadas y que me repito incansablemente.
El principio fue complicado, muy complicado. Al empezar con mis buenas prácticas todo se vino abajo. Cogí una enfermedad, luego otra y otra, los médicos me daban vueltas en cada consulta sacando diagnósticos diferentes y recetándome mil medicamentos cada vez. Hacía muchísimo tiempo que no tenía tanto dolor, tanta desgana y tantas ganas de desaparecer de la faz de la tierra. Aún se me saltan las lágrimas cuando recuerdo todas esas semanas en las que lloraba incansable en el baño por el dolor que me producía todo aquello. Ella no hacía más que animarme, mientras otros desaparecían, recordarme que el cambio que estaba haciendo merecería la pena y que no me rindiera.

Y así fue. Empecé a sacarme del pozo a mí misma, a aceptar aquel insufrible dolor y, de repente, aquello empezó a desaparecer, los medicamentos empezaban a hacer efecto. Las heridas empezaron a secarse, se empezaron a cerrar, y terminaron desapareciendo. Todo estaba conectado.

Vivir en Positivo es difícil, y mucha gente no lo entiende. Soy feliz. Soy feliz pase lo que pase. Soy feliz por mí misma, me acepto, me quiero, celebro cómo soy, dónde estoy, con quién estoy y todos los recorridos por los que me lleve la vida. Todos, sin excepción.
Ser feliz no implica que todo te dé igual, que no sientas, que no sufras, que no llores. Para nada. Sólo hay que ver el mundo con otros ojos y saber sacarle la parte positiva a todo lo que te pase y, si no la encuentras, confiar en que en algún momento, eso que ha sido tan malo, servirá para algo positivo.

Pasar de ser una persona pesimista a ser feliz es algo muy complejo. A veces te asaltan dudas y tienes que ser capaz de disiparlas. Hay que analizar calmadamente los cambios que se producen día a día y saber mantener una actitud positiva. Quienes se cabrean y lamentan por todo lo que les pasa no van a conseguir el máximo en sus vidas, se van a quedar ahí, quejándose de la avispa que les ha picado en el pie en vez de mirar el inmenso lago entre colinas que tienen enfrente.

Desde pequeños hemos vivido escuchando que la felicidad es pasajera o incluso que no existe. No podrían estar más equivocados. La felicidad no es un estado de ánimo que viene y que va, es una forma de vivir la vida y, si lo entendiérais, empezaríais a ver cosas magníficas que ahora mismo no sois capaces de ver, que se os escapan.

Yo estoy dispuesta a seguir avanzando de esta forma, a seguir mejorando y descubrirme a mí misma sonriendo al despertar. Porque no hay una fuerza mayor que la de tus propios pensamientos. Porque todo lo bueno pesa muchísimo más que lo malo. Porque lo malo no es más que una lección positiva. Todo cuenta.


Alegre, alegre, alegre.
La vida es sólo un sueño.

1 comentario:

  1. ¿Y yo por qué no había leído esta maravilla?
    No sabes lo feliz y orgullosa que me hace sentir esta entrada. ¡Porque además te estoy viendo recoger cada cosita que siembras!

    Un abrazo inmenso, ¡¡¡y adelantee!!!

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