martes, 18 de febrero de 2014

Cosas de argentinos: Vocabulario.

Después de tanto tiempo, la segunda parte de “Cosas de argentinos” ha llegado. Antes que nada, quiero disculparme si hay palabras que también se dicen aquí, pero yo, desde luego, jamás las había escuchado. Voy a dividirlo en dos partes: insulto y comida. Me dejo cosas fuera (como la canción de cumpleaños y más palabras) pero quizá lo desarrolle en una tercera entrega. Allá vamos.

Insultos.
No es nada nuevo que en América del Sur los insultos no se parecen casi en nada a los que tenemos aquí. Y es cierto. Es más, podrían insultarnos y ni siquiera nos daríamos cuenta. Hay muchos que ya conocemos de sobra, pero os traigo un surtido variadito de insultos que he ido aprendiendo en estos meses:
-Boludo. Ya lo conocemos todos. Cualquier persona que alguna vez ha imitado el acento argentino ha sido con un “¡che, boludo!”. No sé por qué, este insulto me hace realmente mucha gracia cuando es mi suegra la que se lo dice a mi pareja, vete tú a saber.
-Trolo, trolazo, puto y putazo. Todos vienen a significar más o menos lo mismo: marica. Me hace especial gracia la de “trolazo”, porque aquí, un trolazo, es una mentira muy gorda, o también podría ser estos troll que nos encontramos en los juegos online, pero en plan máster supremo, ya.
-Poronga. Esta es buena. Es MUY buena. No sé muy bien en qué sentido se usa, así que si algún argentino avispado quiere iluminarme con su sabiduría, que me lo escriba. Según mi chico es, palabras textuales, “la picha del caballo”. Yo, la verdad, es que me descojono cuando lo escucho, es inevitable. Y no puedo entender el contexto en el que cabe esto. *Edito: he buscado como una buena bloggera por internet, y se refieren a la polla, en general -lo iba a decir finamente, pero para qué andarnos con rodeos-.
-Culeao. Básicamente, nuestro equivalente sería un “que te den por culo”, o algo similar.
-Sorete. Esta creo que es mi palabra favorita, en serio. Significa truño, pero es que me parece hasta adorable llamarle sorete. Esta es de esas que creo que también se utiliza por aquí, pero no estoy muy segura. En mi entorno, por lo menos, nunca la he escuchado.
-Conchudo, pelotudo. Sería como un “gilipollas” de aquí, basicamente.
-De prepo. Es nuestro “por cojones”.
-Salame. Es la más flojita de todas, pero si nos la dicen no nos enteraríamos de nada. Significa tonto, lento.

Comida.

Hay muchos platos a los que llaman de otra forma, o que aquí no los hacemos, pero quiero empezar con una cosa que me hizo quedarme en plan “¿qué?”.
Un día, la madre de mi chico nos había traído puchero y, al ir a comérnoslo, todo fue un poco raro. Más o menos se hacen igual, pero claro, hay una diferencia. Yo calenté el puchero y, cuando llegó mi chico, me dijo “¿vamos a comer sopa?” y le contesté “no, estoy calentando el puchero de tu madre”. Y siguió mirándome extrañado. ¿La diferencia? Para él, el “puchero” no es el caldo con todas sus cositas, no... Si no las patatas cocidas con la carne y la verdura, que se machacan en plan puré y ala, a comer -o que él las machaca en plan puré-.

El caldo del puchero va a parte y no es puchero, es sopa. Claro, yo me dediqué a mirarle con cara rara durante toda la comida, cada cual con su plato de “puchero” a su estilo. Aún no sé si realmente es que él es más rarito que nadie o si en argentina es realmente así, pero para mí sigue siendo raro. Ah, y, por supuesto, la sopa para mí es la típica sopa que puede ser lo del puchero, pero que te la tomas por la noche en invierno para entrar en calor y lleva fideos o letras en nuestra querida sopa de letras.

Con eso salto a otra cosa, los fideos. ¿Qué les pasa a los argentinos con la pasta? La verdad es que no tengo ni idea, pero también es algo que me deja con cara de tonta.
La situación era la normal, una conversación sobre qué íbamos a hacer de comer. Él me dijo “¿hacemos fideos?” y yo me quedé con cara de estúpida diciéndole “pero si no hay sopa. Podemos hacer macarrones”. Y me contestó plácidamente con un “pues eso, fideos”.
“¿¡¿¡CÓMO QUE FIDEOS!?!? ¡¡LOS MACARRONES NO SON FIDEOS!! ¡¡LOS FIDEOS SON FIDEOS!!”.
No lo entendía, y creo que ya me da la razón pero un poco como a las locas. Para ellos, cualquier tipo de pasta -no rellena- son fideos. Los macarrones, los spaguettis, los tallarines, las babetas, los fideos... ¡¡Todo son fideos!! Eso no, eso si que no lo permito. Lo siento, pero no es lo mismo hacer spaguettis, que macarrones, que fideos de verdad.

Otra palabra de comida que fue la primera que escuché de él fue “panqueque”. Nunca la había escuchado y creía que se refería a los pancakes americanos, solo que pronunciado de aquella manera. ¡Pero no! Los panqueques son un dulce argentino bastante sencillo, que consiste en crêpes rellenas de dulce de leche. ¡¡Dulce de leche!! Cosa que tampoco había oído nunca -lo siento, no me gusta el dulce-. Es una especie de crema pastosa muy, muy, muy dulce, que se hace con leche -tampoco hay que ser un lince para averiguarlo-.

Otra de las palabras que me dejó con cara de idiota terrible fue otro dulce, las facturas. Claro, imaginaos: Yo llego a casa de mis suegros, donde están ellos, su hija y los padres de mi suegro. Creo que incluso había más gente, no me acuerdo. El caso, que recién los conozco, nos dicen “hemos traído facturas, en la cocina están”. Y yo con cara de “¿eing? ¿Facturas?”. Me quedé pensando que a lo mejor tenían un negocio que mi chico revisaba, o yo que sé. Y como son tan educados conmigo, pues me habrían metido en el ajo para que no me sintiera desplazada. Fuimos a la cocina y lo entendí. ¡¡Facturas!! ¡¡Más dulces!! Son una especie de bollitos rellenos de crema o dulce de leche -si por los argentinos fuera, le pondrían dulce de leche hasta a los macarrones. O a los fideos-.

La última cosa que voy a meter en este apartado es el choclo. Este lo descubrí por mí misma, y fue de los primeros. Todo fue porque, investigando sobre el mejor sustrato para los jerbos -unos roedores muy simpáticos que tengo- en una página ponían que lo mejor era el que estaba hecho a base de choclo. Claro, me quedé un poco patidifusa. ¿Dónde puñetas encuentro yo eso? Pero internet es mágico y me descubrió que el choclo, es el maíz. Semanas más tarde, comiendo con el abuelo de mi chico en un restaurante, se pidió unos canelones de choclo y yo me sentí orgullosa de mí misma por entenderlo y no tener que preguntar.


Y hasta aquí la lección de hoy. Hay muchas más palabras, más comidas, más insultos y más de todo, pero ya me ha quedado bastante larga como para haceros leer más. Un saludo y, ¡usad los comentarios para ilustrarme con vuestra sabiduría!

Alegre, alegre, alegre.
La vida es solo un sueño.

viernes, 14 de febrero de 2014

Raza VS Mestizo

Cuando decides que tu vida la quieres compartir con un animalito.
Cuando decides que ese animalito será un perro.
Cuando te metes en el mundo animal y buscas, buscas, y buscas.
Cuando te das cuenta de que a la gente se le ha ido la cabeza.

Como muchos sabréis, llevo metida en el mundo de las adopciones desde los 16 años. Con 18 me metí de voluntaria en una protectora. Con 19 me fui. Entre medio y en adelante, he acogido a 6 perros, he participado en varios rescates, he adoptado a otro, y he acogido a un gato. Cada cual el tiempo que me ha sido posible.

Cuando te metes en este mundo, crees que todo va a ser maravilloso. Que todos están ahí por los animales y que las diferencias personales se dejan a un lado, pero no.

Hoy, como tema central, como base a mi entrada, y como crítica eterna, Raza VS Mestizo. Es uno de los grandes problemas del mundo “animalista”.

Has decidido que quieres un perro en tu vida. Te planteas comprar uno, lo normal, pero luego recuerdas aquellas fotos que viste en el Facebook de un perrito sin hogar, tantas y tantas protectoras pidiendo donativos, perros en perreras en malísimas condiciones. Decides adoptar.

Decides adoptar y se abre ante ti un mundo nuevo en el que, a veces, piensas que no deberías haber entrado.
Comienzas tu búsqueda. Una infinidad de perros de todos los tamaños, edad y colores. Unos se envían, otros no. Unos son de protectoras, otros de particulares. Unos están sanos, otros tienen alguna enfermedad. Unos son de raza, otros mestizos.

¿Mestizo o de raza? ¿Pequeño, mediano o grande? ¿Cachorro, adulto o viejo? ¿Blanco, marrón, negro, atigrado...?

Cuantísima variedad, y a todos les hace falta una casa.

Buceando encuentras un Beagle. ¡¡UN BEAGLE!! Pero qué bonito que es. Mira qué orejas. Mira que cara de bonachón. Míralo que guapo. Voy a preg-... Un segundo. Cientos de interacciones de personas dispuestas a adoptarle. Y muchos “animalistas” con su cantar: “claro, como es de raza...”, “como abundan la gente que quiere adoptar un animal, ¡¡se vaciarán las protectoras!!”, “buscan ahorrarse el dinero que les cuesta en las tiendas y sólo quieren uno de esta raza”.

Ups. Ahora me siento mal por haberme fijado en uno de raza. Voy a seguir mirando...

¡¡Qué precioso cachorrito blanco!! ¿Cuánto crecerá? ¿Sabéis el cruce de raza?
Y vuelven: “los cachorros siempre salen rápido...”, “claro, pero por el negro no pregunta nadie”.
Y, cuando no se sabe el cruce ni el futuro tamaño, y la gente pide uno pequeño “qué más da el tamaño del perro, eso no importa”.

Bueno... a mí si me importa. Mi casa es pequeña, no puedo meter un mastín.

Estas cosas, que son sólo un ejemplo, frenan muchas adopciones y a muchos posibles adoptantes que, ante la falta de educación de terceros, optan por irse a una tienda o, en el mejor de los casos, a un criadero responsable, y comprarse el animalito. Y pasar de soportar a los soplapollas que no hacen más que criticar.
Cada vez me da más asco pertenecer a ése sector que se preocupa por los animales abandonados, y cada vez hago menos, porque la gente frena mis ganas.

Porque querer un perro de raza no es un crimen. El crimen es abandonarlos.
Porque no hay que castigar al que pregunta, si no al que devuelve porque creció más de lo esperado.
Porque todos se merecen un hogar, y nosotros nos merecemos poder escoger.
Porque el libro de los gustos está en blanco, y no tienes que juzgar los del resto.
Porque, ante todo, no importa nada, si lo que estás salvando es una vida.

Porque a mí nunca me han aplaudido ni felicitado por salvar ni a uno de raza ni a un mestizo. Porque todos merecen ser salvados, sin distinciones.
Porque me repugna la gente de corazón negro que sólo está para criticar cuando alguien está haciendo algo bueno. Quitaos de la cabeza la nomenclatura de raza o mestizo. Son perros, y mientras sean adopciones responsables, lo que ponga en la cartilla está de menos.
Porque a los de raza también se les abandona, se les maltrata, se les usa y abusan de ellos. Y no se merecen menos.

Alegre, alegre, alegre.

La vida es solo un sueño.